Beato Luquesio de Poggibonsi
El 28 de abril la Iglesia celebra la memoria del beato Luquesio, quien ha sido tradicionalmente considerado como el primer miembro de la Tercera Orden de San Francisco, junto con su esposa Buonadonna, por ello, reflexionaremos este mes sobre su legado espiritual, con el fin de renovar nuestra forma de vida franciscana, que resplandece a través del ejemplo de todos nuestros santos antecesores de la familia franciscana.
Las fuentes más antiguas sobre Luquesio y Buonadonna datan de los siglos XVI y XV y han llegado a nosotros con claros signos de haber sido reelaborados para ajustarse a los estilos hagiográficos de la época y del lugar de origen.
Luquesio nació en Gaggiano, Chianti, (Italia) por los años 1180, en una familia de campesinos. Se casó con Buonadonna, de una familia pudiente de Borgo Marturi, (Italia) y tuvieron varios hijos.
Él se involucró en la política y llegó a ser el líder de uno de los partidos políticos de Toscana. Debido a que el ambiente político se agitó demasiado, la familia decidió mudarse a Poggibonsi, donde Luquesio se dedicó al comercio con mucha destreza, convirtiéndose en un hombre rico y avaro.
Sufrieron la pérdida de sus hijos y hacia el año 1220 la vida de Luquesio tuvo un cambio dramático cuando, tocado por la gracia, fijó su corazón y su mente en buscar el tesoro del reino de Dios.
Fascinado por el renombrado ejemplo y los valores evangélicos de san Francisco de Asís, a quien probablemente conoció en 1221, asumió el estado de vida de los penitentes, dedicándose a la oración intensa, al ayuno y a compartir sus bienes con los pobres. De acuerdo a la tradición, Buonadonna no apoyó inicialmente la generosidad de Luquesio, pero algunos signos de la providencia de Dios la convencieron de unirse a él de todo corazón en tal camino. Al ir avanzando en su conversión renunciaron a todos sus bienes, con excepción de una pequeña porción de tierra que Luquesio cultivaba para su propio sustento y para asistir a los pobres. Esta opción por la pobreza voluntaria parece comprobarse por un documento histórico, fechado el 7 de agosto de 1227, que atestigua la venta de la casa de Buonadonna llevada a cabo con el consentimiento de ambos esposos. La generosidad de Luquesio se demuestra también en el cuidado que brindó a los enfermos del hospital de Poggibonsi.
Luego de haber llevado una vida fructífera como penitentes por muchos años, ambos esposos se enfermaron y murieron con pocas horas de diferencia entre uno y otro, de acuerdo a algunas fuentes, el 28 de abril de 1241, según otras en 1260. Ellos habían recibido previamente la asistencia sacramental del guardián de los Frailes Menores de Poggibonsi, en cuya capilla fueron sepultados los dos.
El culto local empezó poco tiempo después y, como seguía creciendo, la iglesia fue ampliada y dedicada a san Francisco y al beato Luquesio. A través de los siglos, muchos milagros han sido atribuidos a la intercesión de esta pareja. La fiesta de Luquesio fue instituida como solemne por el municipio de Poggibonsi en el año 1331, cuando fue nombrado como el santo patrón del pueblo junto con san Lorenzo. A pesar que no se le dio a Buonadonna el título de beata, la tradición local la nombró como tal.
El testimonio de Luquesio y Buonadonna nos ayuda a recordar que la forma de vida franciscana surge de la conversión sincera al Evangelio de Jesucristo, que nos enriquece con el tesoro del reino de Dios y nos hace libres del apego egoísta a los bienes materiales. Esta conversión permanente nos permite servir a nuestros hermanos y hermanas –especialmente a los pobres y a los que sufren- compartiendo generosamente con ellos nuestros dones, talentos y tiempo.
Sus vidas ejemplares destaca la importancia de asumir los valores franciscanos en las realidades temporales, poniendo en práctica nuestra fe y el amor en la familia y en la sociedad, integrando la oración contemplativa y la vida sacramental al amor activo por nuestros vecinos, cuidando a los enfermos, siendo solidarios con los pobres, en quienes también vemos a Cristo, y adoptando una forma de vida marcada con la simplicidad y el trabajo honesto.
Luquesio fue enterrado en la iglesia de los Frailes Menores. Allí se se venera los restos de Luquesio y su esposa. Un breve texto que habla de su muerte hace referencia a su pertenencia a la Tercera Orden de S. Francisco. Desde inicio del siglos XV esta iglesia de los franciscanos será denominada de San Luquesio.